PORTADOR DE SENTIDO


Lo más interesante del trabajo de Manuel quizás tenga que ver con algo que excede —y no tanto— a este cuerpo de obras. Comenzó a trabajar para esta exhibición a partir de un suceso (de su vida) que se situó como el detonante de su quehacer artístico. Suceso que pensaba definitivo, irreparable, fatal. Hasta que, semanas antes de inaugurar su exposición, ese suceso, simplemente, había cambiado. Es decir, ya no era materia susceptible de ser desplazada de su lugar para ser problematizada desde el arte.

Pero, 
¿qué es lo que se modifica? ¿El sentido de la obra? Podría aseverar que en lo absoluto, aunque no sin dejar de mencionar que los artistas podemos despojarnos de la historicidad del arte —es decir, de su problemática, según Danto—, pero no de nuestra propia historia. Esa que nos interpela calamitosamente porque no podría ser de otro modo. 

Aún así,
nada cambia.


La obra no carga más que con su propia fisonomía en un contexto determinado, que, naturalmente, la ubica en ese lugar "del arte" más allá del sentido que el artista pretenda asignarle. Creo que Manuel entiende esto. Esa es la razón por la cual pudo continuar con lo que ya había comenzado sin siquiera preguntarse cómo había llegado hasta allí. 


Sin embargo, toda obra que pueda pensarse o señalarse desde nuestra contemporaneidad se constituye de lo que somos, de algo nuestro —más o menos importante o significativo—, sin excepción.


Pablo Silvestri
Rosario, noviembre 2012
Para “Portador de sentidos” de Manuel Cuello